De aldea de Úbeda a villa de señorío. Cabra del Santo Cristo a través del Privilegio de 1659-1661

El siglo XVII se caracterizó por una grave crisis económica que acentuó el proceso de emancipación de las aldeas de sus Jurisdicciones como veremos. Pero, además de la crisis económica, en la Corona española había una grave crisis demográfica provocada por las epidemias y carestías que a menudo se traducían en hambrunas, y a ello se añadió el continuo deterioro de la Hacienda Real provocado por la guerra en Europa y las sublevaciones de Cataluña y Portugal (1640), que en este último caso terminaría en 1668 con su independencia. Ante tanta adversidad, las necesidades económicas de la Corona encontraron en la venta de la Jurisdicción una fórmula con la que la monarquía obtuvo nuevos ingresos.

Cabra es un claro ejemplo, pues hasta entonces y desde 1545 -año de su refundación- era una aldea dependiente de la ciudad de Úbeda. Y es que fue precisamente durante el siglo XVII, el más determinante en la historia local -la llegada del lienzo del Cristo de Burgos sucede en 1637-, cuando se alcanza otro importante hito con la compra de la jurisdicción por parte de José de Sanvítores, precisamente el que fuera primer marqués de la Rambla e hijo del legítimo propietario del lienzo del Cristo de Burgos. Ello ocurre en 1659 y queda perfectamente descrito en el Privilegio de Felipe IV concediendo a José Sanvítores de la Portilla y Alonso la jurisdicción, señorío y vasallaje de la villa de Cabra del Santo Cristo, partido de Úbeda (Jaén), por cuenta de la venta de los ocho mil vasallos (código de referencia ES.28079.AHN//CODICES,L.1134). Resultando muy revelador el siguiente texto extractado del mencionado privilegio, otorgado al entonces vizconde de la villa, quien…

ha empezado a labrar casa en un sitio que el obispo de Jaén hizo donación a el señor don Jerónimo Sanvítores de la Portilla, su padre, de el Consejo y contaduría mayor de hacienda, y el patronazgo de la iglesia de la dicha villa y capilla de la milagrosa imagen del Santísimo Cristo de Burgos, uno y otro por la conveniencia grande que aquella villa y todo aquel reino recibe de la santísima imagen que dejó en ella el dicho señor don Gerónimo, donde tiene su entierro, y que la iglesia se ha formado toda de nuevo y adornandose con  muchas riquezas de limosnas y que para conservar merced tan grande que Dios fue servido de hacerle era preciso entrar en la compra de la jurisdicción, señorío y vasallaje de la dicha villa de Cabra que llaman del Santo Cristo y que así mejoraba la postura hecha por el dicho don Diego Rodríguez Lozano y ofrecía comprar la dicha villa regulada su vecindad por doscientos cinquenta vecinos

Con la compra del villazgo se otorgaba la Jurisdicción a la nueva entidad, que quedaba así separada de su cabeza de jurisdicción, Úbeda en nuestro caso. Jurisdicción que confería la facultad de administrar justicia, de crear leyes propias y de ejecutar las normativas vigentes, lo que otorgaba poder no sólo político y judicial sino también económico. La puja de Diego Rodríguez Lozano evidencia esto último, pues a falta de confirmarlo, es muy probable que se trate de un personaje relacionado con una de las estirpes de vidrieros presentes desde la refundación de la villa y, por tanto, con el lógico interés en gestionar los recursos del territorio.

La capacidad de juzgar fue uno de los bienes más anhelados. Era la capacidad de autogobierno, únicamente dependiente de la vinculación al monarca y para ello se nombraban los justicias y se instalaba la horca y el rollo o picota. La horca se instaló junto a la fuente del Moralejo, mientras que nada hemos encontrado sobre la picota (columna que se utilizaba para exponer los reos a la vergüenza pública), aunque es probable que estuviera junto a la horca, si bien es cierto que dadas las características de la Cruz de Serón bien podría haber servido también de picota.

El amojonamiento del término queda perfectamente descrito y de ello se deduce que hubo cierta controversia con la ciudad de Guadix a cuenta de la propiedad de un paraje cercano al cortijo de Los Ciruelos. Ya dimos cuenta sobre los trabajos cartográficos acometidos para ello, aunque enlazamos a los levantamientos de Alonso Hernández (1659) y de Sebastián de Ruesta (1660) por tratarse de archivos con mayor resolución que nos permitirán apreciar detalladamente los trabajos cartográficos acometidos.

Aunque, si importante es el amojonamiento del término, no lo es menos el censo donde, calle por calle se detalla la población existente durante aquella «época aurea» como la llamó Lázaro Gila. Pese a que hoy muchas de las calles relacionadas no tienen esos nombres, vemos que un buen número de estas ya tenían los topónimos actuales. Es el caso de las calles Antolinos, Marcos de Soto, Moya, Gila, Horno Viejo y plazuela de San Marcos.

No obstante, buena parte de las restantes se pueden identificar, caso de la calle El Hospital, que sería parte de la actual calle de La Palma, que por entonces se dividía en dos tramos, uno llamado del Hospital y otro llamado Molino de Aceite. La Tercia estuvo hasta comienzos del siglo XX en la esquina de la calle Real con Moya, luego cabe suponer que se llamara así a este tramo medio de la actual calle Real. La actual calle Río sería la que aquí llaman «Luis Muñoz hasta la plaza detrás de la iglesia«, pues aparece aquí empadronado Antón Marín de las Peñas, en cuya era se produjo unos años más tarde el conocido como milagro del Sudor, más o menos donde hoy está la ermita del mismo nombre. No hay duda de que la calle de «La Plaza junto a la Cárcel» es la zona aledaña a la puerta principal de la iglesia, no en vano aparece aquí censado el Prior Palomino de Ledesma. La calle de La Fuente puede ser el primer tramo de la actual calle Real, o el primero de la actual calle Parras. La Puerta de Granada está claro que ocupaba la confluencia de las actuales calles de La Palma y Huertas, un topónimo que se ha mantenido durante siglos, al igual que el de la Puerta de Úbeda. La calle de la Fuente del Borrego es el tramo alto de la actual calle Real, pues fue aquí donde estuvo situada esta popular fuente hasta mediado el pasado siglo. La calle Juan de Segura estaría en la zona alta junto a San Marcos, pues en el callejero de 1896 se llama «Cantón de Segura» a esta zona. Para terminar, la calle del Varranco parece claro que era un tramo de la actual calle Huertas.

Esta autonomía juridica estuvo en manos de los diferentes titulares del marquesado de la Rambla hasta 1778, año en el que Cabra se deshace del yugo del marqués y se convierte en villa de Realengo, asunto ya tratado en nuestro blog. O sea, que desde la refundación y jurídicamente hablando Cabra del Santo Cristo ha estado 114 años como aldea dependiente de Úbeda (1545-1659), 119 años como villa de señorío (1659-1778), y ya van 245 años como villa de Realengo (1778-2023).

Un documento muy interesante también por su atractiva caligrafia y artistica portada que suman a su importancia histórica, no en vano ha sido analizado por autores como López Cordero y Cabrera Espinosa, quienes publicaron un interesante artículo que trata sobre el paisaje cabrileño en aquel tiempo. Por nuestra parte, con la publicación de esta entrada hemos querido dar a conocer este documento que supone una de las fuentes más importantes para acercarnos al siglo XVII cabrileño.


Para citar este documento: LÓPEZ RODRIGUEZ, R. De aldea de Úbeda a villa de señorío. Cabra del Santo Cristo a través del Privilegio de 1659-1661. Recurso digital disponible en: http://www.cabradelsantocristo.org/de-aldea-de-ubeda-a-villa-de-senorio-cabra-del-santo-cristo-a-traves-del-privilegio-de-1659-1661

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