La fuente de la plaza de Serón

A menudo, la fotografía histórica se revela como una fuente documental tan importante o más que las fuentes escritas, es el caso del episodio por el que se terminó descubriendo un patrimonio oculto gracias a las imágenes legadas por Cerdá y Rico, recuperando un espacio patrimonial que se remonta a los años de la repoblación de la villa.

Fuente de la plaza de Serón

Todo empezó en 2017, cuando la Asociación Cerdá y Rico organizó «Tras las huellas de Cerdá y Rico», una exposición callejera que se está consolidando como un nuevo atractivo, pues si algo puso de manifiesto esta muestra es que hay muy pocas localidades donde se tenga una «memoria» en imágenes como en Cabra del Santo Cristo y todo ello gracias a la obra de Cerdá y Rico. Algo que singulariza a este pueblo. Un proyecto que puede convertir a Cabra del Santo Cristo y su entorno en un museo al aire libre para interpretar la obra de Arturo Cerdá y una obra fotográfica que puede interpretarse, en parte, en aquellos escenarios en los que se realizó hace más de un siglo. Si además, con ello recuperamos una parte del patrimonio que permanecía oculto resulta una iniciativa más que plausible.

En repetidas ocasiones se había llamado la atención sobre el valor arqueológico de la fachada del convento que da a la plaza del Serón tomando como base una foto donde se aprecia claramente una pared de sillares, entre los que destacaba uno con una epigrafía circular.

Epigrafía junto al pilar de «las Monjas». Fotografía de Arturo Cerdá y Rico

Una vez que la nueva corporación municipal se marcó como objetivo prioritario la preservación y recuperación del patrimonio, hecha la advertencia y pese a las lógicas dudas iniciales, personal municipal realizó una cata en esta fachada para comprobar que efectivamente había sillares de piedra tras el revestimiento de ladrillo visto realizado hace unos cuarenta años. Pero mucho antes, aún en época de Cerdá y Rico ya se taparon estos sillares con un revoco que se encaló tal y como aparece en la famosa fotografía en la que aparece un grupo de mujeres y un hombre a caballo reflejados en las aguas de la fuente.

En la fuente de la plaza. Foto de Arturo Cerdá y Rico.

Después, a comienzos de la década de los cincuenta del pasado siglo, cuando se trasladó la cruz desde la confluencia de las calles Real y La Palma hasta el centro de este espacio se eliminó el pilar, pero se mantuvo la fachada encalada como podemos ver en la imagen donde se aprecia un interesante aparejo de ladrillo en la esquina. Así es como se mantuvo hasta finales de la década de los setenta cuando se revistió con el ladrillo que luce actualmente.

Tarjeta postal de la década de los setenta donde se aprecia la fachada, ya sin el pilar, enlucida y blanqueada.

De esta manera, resultando satisfactoria la cata se procedió a la eliminación del recubrimiento de la zona en cuestión, apareciendo un paramento de sillares entre los que se encontraba, no sólo la epigrafía de la foto de Cerdá y Rico, sino otra muy parecida. Todo indica que esas epigrafías rodean lo que parece la embocadura de un caño, luego es evidente que se trata de una fuente monumental. La arqueóloga cabrileña Ana Segovia ha documentado un hallazgo que seguramente se corresponda con la fuente que “se contrató en 1567 con el maestro de cantería Juan Vizcaíno para la plaza pública de la localidad” según los datos publicados por Lázaro Gila Medina.

Intervención arqueológica en el paramento donde estuvo la fuente. Fuente: Ana Segovia.

Pero en 1567 aún no existía la actual iglesia, pues esta no empieza a construirse hasta 1587, así que la plaza estaría en el entorno de la vieja iglesia situada en el número 17 de la actual calle Santa Ana, dato que vendría a corroborar la afirmación de Ana Segovia cuando dice «que es muy probable que fuera trasladada desde otro lugar» (1). Basta comprobar que esas epigrafías circulares quedan incompletas, pues inicialmente ocuparían dos sillares y aquí se trasladaron sólo los que incluían las embocaduras de los caños. Fueron colocadas simétricamente en el centro de este paramento, dejando en el eje de la divisoria un espacio libre que posiblemente hubiera alojado un escudo o una inscripción.

Estos caños estarían cumpliendo su función hasta que en algún momento se inutilizaron y sería entonces cuando se colocaría un único surtidor cuya ubicación no tuvo en cuenta las iniciales proporciones y así fue cómo esta fuente llegó hasta los tiempos de Cerdá. Todo cuadra, pues este cambio de ubicación de la fuente seguramente tendría que ver con el complejo proceso urbanístico acometido durante la segunda mitad del siglo XVI del que ya tratamos en la entrada titulada «El agua en el medio urbano. Geografía de las fuentes de Cabra del Santo Cristo«. Un traslado que coincidiría con el momento en el que se decide construir una nueva parroquia, más grande para poder alojar a las cien familias llegadas en 1561, que sumadas a los cincuenta primeros vecinos necesitaron ampliar el inicial casco urbano y redimensionar la red de abastecimiento de aguas, con nuevas fuentes y canalizaciones.

Por todo ello es bastante probable que la actual plaza de Serón fuera el nuevo centro neurálgico de aquella localidad en permanente crecimiento durante un tiempo en el que llegaron varias oleadas de colonos. Una nueva población recién fundada, entre otras causas para dar seguridad en el camino real que desde la Corte se dirigía a Guadix. Un hito en el camino donde se terminaría ubicando esta fuente, no sólo para abastecimiento de la población, sino también para que abrevaran las caballerías de los viajeros que por aquí pasaran, muchos de los cuales se alojarían en la histórica posada donde unas décadas después ocurriría el suceso del lienzo del Cristo de Burgos, cuya entrada de caballerías es muy posible que estuviera junto a la fuente. Un lugar con una carga histórica y patrimonial que bien merecía esta intervención por la que no sólo se ha recuperado uno de los lugares inmortalizados en la obra de Cerdá y Rico, sino que se ha rescatado un patrimonio oculto que otorga mayor valor patrimonial a uno de los espacios más monumentales y emblemáticos de la localidad.

(1).- SEGOVIA FERNÁNDEZ, A. M. El descubrimiento de una fuente. Otro ejemplo del valor documental de la fotografía de Cerdá y Rico. Revista Contraluz, nº 12. Jaén, 2020. pág. 285-289.

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