El fútbol, «deporte rey» también para los cabrileños

En Cabra, creo que no hay dudas al respecto, también es el fútbol el deporte rey. Y eso que otras modalidades deportivas como la caza, el atletismo, o el ajedrez, a menudo se encontraron entre las preferencias del paisanaje, pero en esto también coincidimos con los gustos de la inmensa mayoría de los españoles. Por eso, cuando el inminente mundial de Rusia comienza a despertar las pasiones de tantos aficionados me vienen a la memoria un par de artículos de nuestra entrañable revista “Contraluz” que han tratado sobre el fútbol en Cabra, especialmente los escritos por Octavio LópezJuan Antonio Díaz, así que con estas fuentes intentaré resumir algunos de los episodios que a lo largo de la historia han mantenido viva la afición al deporte rey en este recóndito lugar de los confines de Mágina.

Todo parece indicar que los primeros partidos de fútbol que se jugaron en Cabra se disputaron a comienzos de la década de los veinte del pasado siglo. De ello daba fe una fotografía, lamentablemente desaparecida, en la que aparecían en formación los componentes del primer equipo local. Un combinado que vestía calzonas oscuras y camiseta a rayas azules y blancas si atendemos a algunos testimonios, pues como cabe esperar, la fotografía era en blanco y negro. Los partidos se jugaban entonces en la plaza, cuando aún no estaba pavimentada y el piso de tierra formaba una más que apreciable pendiente. Entre aquellos pioneros del balompie local se encontraba Antonio Medina, la persona que, poco tiempo antes de fallecer regaló la fotografía al Cabra Club de Fútbol cuando comenzó a jugar en competición oficial, ya en los albores de la década de los noventa del pasado siglo.

Con la posguerra llegaría el mítico “Once Azul”, un equipo cuajado de aguerridos futbolistas que durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta convocaron a centenares de cabrileños durante aquellas épicas tardes de fútbol, cuando el cerro de San Juan hacía las veces de improvisado graderío y las piedras de la era de San Sebastián desquiciaban a los componentes de los equipos que nos visitaban. De vez en cuando algunos de aquellos futbolistas, que aún pasean nuestras calles, rememoran las hazañas de sus años mozos cuando equipos como el Úbeda Atlético o el Sacromonte granadino protagonizaron memorables episodios que contribuyeron a elevar la autoestima de la afición local. Porque aquello era afición en su estado más puro, pues pese a lo precario del terreno, que por supuesto no cumplía los mínimos exigibles, y pese a los escasos medios, no dejaron de disputarse partidos con regularidad en una especie de competición a medida, sin atisbo alguno de oficialidad. Sin restar méritos, tómese como dato anecdótico que aquella competición «clandestina» daba pie a simpáticos capítulos como los protagonizados por aquel árbitro, local por supuesto, que no dudaba en alargar los partidos sin reparo alguno cuando la cosa no pintaba bien para los nuestros.

Un tiempo oscuro en el que el fútbol era, junto a los toros, uno de los pocos alicientes para aquella generación… la de los padres de quienes hoy rondamos los cincuenta. Entrañables nombres protagonizan aquellas formaciones que fotografiaba don Manuel Herrera; Eduardo Garrido, Paco Garzón, Miguel «el Sereno», Pepe Tello, Paco Gámez… Pero si tuviera que proponer un nombre que encarnara a aquellos futbolistas y aficionados me inclinaría por el entrañable Arturo Bedmar, de quien escribió José Garzón:

“Arturo era un personaje singular, polifacético, extrovertido y carismático, con el porte y perfil de un irlandés. Tenía algo de especial para los más pequeños: una broma, una palabra amable…De andar ligero, le delataba su voz característica, su extremada delgadez, su pronunciada nuez…Ejercía de electricista, guitero, futbolista, forofo del Atlético de Madrid y operador de cine…”

El Once Azul (junio de 1951). Fuente: «Fotos para el Recuerdo» grupo en Facebook de fotos antiguas de Cabra del Santo Cristo.

Eran años de cierta recuperación económica, cuando las fábricas de hilados de esparto aún mantenían altos índices poblacionales. Pronto comenzaría la sangría migratoria, pero la afición al deporte rey se mantendría intacta, así que llegada la década de los sesenta se adecentó un nuevo terreno de juego junto a la recien creada barriada del parque que, más o menos venía a cumplir los requerimientos que el fútbol exige y, poco a poco, el Once Azul se fue transformando en el Cabra Club de Fútbol. Un renovado equipo que, sin estar federado, mantuvo muy viva a la afición local. Eran los años de otra mítica alineación, la que conformaban futbolistas como Amador Caro, José Luís Vilches, Basilio FernándezRafael ValdiviaTorcuato RomeroFrancisco Del Peral, Paco del Peral, o Paco Fernandez Perea, entre otros. Algunos de estos jugadores continuaron activos durante décadas, como Ramón, apodado «el Abuelo», un incombustible jugador, barcelonista de pro y pieza fundamental para mantener vivo este deporte en nuestro pueblo.

Cabra C.F. en 1964. Fuente: «Fotos para el Recuerdo» grupo en Facebook de fotos antiguas de Cabra del Santo Cristo.

Durante la década de los setenta, llegada la Transición, el Cabra C. F. continuaba jugando con los pueblos de alrededor y ahora eran, en buena medida los hijos de aquellos futbolistas del Once Azul los que defendían nuestros colores. Colores cuya gama se amplió por entonces al verde como podemos ver en esta foto de 1978. Entre aquellos futbolistas podríamos destacar a los hermanos Tello, a Manolo Soto, o a Juan Serrano, pero puestos a elegir a alguien que encarne el espíritu de este deporte, para esta generación de futbolistas me inclino por Agustín Méndez («Lucas»), un portero de los de antes que defendió nuestra portería durante décadas.

Cabra C.F. en 1978. Fuente: «Fotos para el Recuerdo» grupo en Facebook de fotos antiguas de Cabra del Santo Cristo.

Con los ochenta, tras un periplo en el que se acondicionó un terreno de juego en el solar que hoy ocupa la barriada de Andalucía, se volvió a trasladar el campo de fútbol a la antigua era de San Sebastián, aunque para entonces ya se construyó un campo con las dimensiones reglamentarias, vallado, con el drenaje adecuado, graderío, vestuarios… todo un lujo… un verdadero campo de fútbol que, ahora sí, comenzó a albergar partidos oficiales, de manera que durante dos etapas el Cabra C.F. jugó en la liga regional donde, a pesar de su modesto presupuesto protagonizó episodios memorables, enfrentándose a históricos clubes en míticos estadios como Linarejos. Nombres representativos de aquella nueva época fueron los de Alfonso, Paco, Camacho, Pitu, o el de aquel portero al que apodaban «Araña».

Con la llegada del nuevo siglo, la afición permanecía, aunque la continuada merma poblacional llevaba implícita la heroicidad que significaba mantener un equipo jugando competición oficial, así que nuestro querido club, de nuevo terminó desapareciendo de las competiciones oficiales. El campo de San Sebastián perdió buena parte de su actividad, por lo que aquel terreno de juego reglamentario dio paso a unas modernas instalaciones polideportivas que cuentan con un campo de fútbol-7, con césped artificial, y un pabellón cubierto donde se practica el fútbol-sala. Incluso hay equipos compitiendo en esta modalidad que han destacado a nivel regional, pero eso formará parte de otra historia al tratarse de un deporte diferente, pues el deporte rey, el fútbol, enfrenta a dos equipos de once jugadores en un terreno de juego cuyas dimensiones mínimas deben formar un rectángulo de 45 x 90 metros.

Entre tanta afición cabría esperar que alguno de aquellos futbolistas destacara, y así fue que en Cabrilla alcanzamos nuestra gloria futbolística encarnada en la persona de Antonio Raya Pugnaire, quien llegó a jugar en el Atlético de Madrid y fue seleccionado con el equipo nacional olímpico. No fue Messi, pero los cabrileños podemos estar orgullosos de nuestra contribución al fútbol gracias a nuestro paisano, pues además de jugar en la élite, Antonio fue la primera persona que en nuestro país trató el fútbol desde lo académico, de tal forma que tras finalizar sus estudios de INEF  (Instituto Nacional de Educación Física), formando parte de aquella primera promoción en estos novedosos estudios, leyó la primera tesis que sobre el deporte rey se hizo en nuestro país y se convirtió en el primer profesor titular de Universidad que con el perfil de fútbol hubo en España.

Desde aquellos partidos que se jugaban en la plaza hasta la actualidad han pasado casi cien años durante los que cinco, o seis generaciones de futbolistas han mantenido viva la afición a este bello deporte en nuestro pueblo y por eso, hoy tienen todo el derecho a formar parte de nuestra historia.

 

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