No es la primera vez que el análisis del clima es tratado en nuestra web. Aunque en esta ocasión nos centramos en nuestro otoño meteorológico, que es junto a la primavera cuando más suele llover en Cabra del Santo Cristo, si bien, no ha sido este precisamente un otoño rico en precipitaciones. Afortunadamente, el mes de diciembre nos ha traído una generosa borrasca que ha descargado más de cien litros de agua que, de alguna manera han venido a poner fin a uno de los periodos más secos de las últimas décadas como a continuación tendremos ocasión de comprobar.
El pasado 30 de noviembre cerrábamos uno de los otoños más secos de los últimos veintiséis años. Desde el 1 de septiembre (comienzo del otoño meteorológico) hasta el 30 de noviembre, nuestros campos solo han recibido veinticinco litros que además han estado repartidos en cuatro días, lo que quiere decir que esa lluvia apenas ha penetrado unos pocos centímetros en la tierra. Se trata de una acumulación claramente por debajo de la media del periodo que consideramos (septiembre- noviembre) entre 1997 y 2022 que está en torno a los 106 litros por metro cuadrado (sin contar el dato positivo muy desviado del año 2012). Pero tomemos distancia de los datos: si observamos el gráfico vemos cómo ambas líneas, sobre todo la que corresponde al otoño meteorológico, son muy irregulares con picos ascendentes y descendentes muy marcados, lo que nos está diciendo que la marcada irregularidad de las precipitaciones es una característica de nuestro clima. De hecho el otoño de 2022 no es estrictamente hablando el menos lluvioso de los que hemos presenciado los cabrileños desde 1997, sino el tercero de la lista, y es que el primer puesto del pódium lo ocupa el año 1998 y seguidamente está el otoño de 2013. A este de 2022 le sigue en cuarto lugar el otoño de 2004. En resumen, podría decirse que un otoño muy seco y por tanto bastante alejado de la media, es un acontecimiento recurrente al cabo de un cierto número de años y nada extraño.
Ahora bien, ¿Qué hace de esta situación actual algo excepcional? ¿Por qué está tomando este cariz de gravedad? Parte de la respuesta se encuentra al cotejar los datos del otoño con los del verano. Así, mientras en agosto de 2013 (año que nos trajo un otoño aún más seco) una generosa Dana dejó casi 100 litros por metro cuadrado, este año en cambio un breve aguacero fue lo único que recibimos de lluvia en todo el verano, lo que implica decir que desde el mes de abril no recibimos lluvias generosas que nutran nuestros olivos y la vegetación de nuestros montes. Y lo que es peor, nuestros acuíferos tampoco se han recargado. En otras palabras, el periodo de aridez y estrés hídrico se alarga en exceso y este fenómeno si parece más recurrente en los últimos años (no obstante, faltarían datos de un periodo de años más amplio para llegar a una conclusión más firme en este sentido).



Finalmente actualizamos el gráfico con los datos de precipitación anual:

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