Un foco devocional reúne en torno a sí a gentes de su ámbito geográfico más inmediato, de manera que dependiendo de la fama de este santuario así es su grado de expansión. En el caso de Cabrilla, grosso modo podríamos decir que se irradió la devoción a su Cristo por todo el cuadrante Sureste peninsular, de manera que si lo tuviéramos que representar en un mapa podríamos trazar una circunferencia con centro en Cabra del Santo Cristo y un radio de unos 150 km, obteniendo una superficie que ocuparía la práctica totalidad de las actuales provincias de Jaén, Granada y Almería, así como buena parte de las de Málaga y Córdoba, aunque los testimonios se prodigan también en otras provincias cercanas como Sevilla, Albacete, Murcia o Ciudad Real.

Este foco devocional andaluz llegó a convertirse en uno de los santuarios más afamados de España como dijo Fray Antonio de Jesús María, pero se da la circunstancia de que en esta amplia zona predomina la advocación “Cristo de Cabrilla” sobre «Cristo de Burgos», aunque esta última siempre se mantuvo en Cabra. Nadie como nuestro admirado Lázaro Gila ha estudiado el asunto y precisamente por eso, él siempre utilizó ambas advocaciones en sus trabajos. Aunque cuando se habla de “foco devocional andaluz” hemos de obviar a la ciudad de Sevilla donde se venera al Cristo de Burgos desde antes que en Cabra, lo que tendría que ver con el papel de los comerciantes castellanos en esta ciudad (puerto de Indias). En Chucena (Huelva), aunque no están claros los orígenes tampoco tiene nada que ver. En ambos casos se trata de devociones cristalizadas en sendas hermandades de penitencia que no trascienden el ámbito local, si bien es cierto que en el caso de Sevilla, dado el tamaño de la actual capital andaluza aglutina a un considerable número de devotos.
Parece obvio que la advocación del “Cristo de Burgos” proviene de la capital castellana del mismo nombre, importante hito en el camino de Santiago desde donde se irradió por buena parte del Norte peninsular, pero no es menos cierto que esta advocación adquiere aquí en el Sur unas connotaciones especiales. La toponimia de los pueblos donde ha pervivido así lo atestigua, de tal forma que la cofradía del Cristo de Cabrilla de la vecina localidad de Jimena se mantiene muy viva, así, “la bandera de Cabrilla” es tremolada cada año en la plaza junto al santuario de Cabra cada vez que sus cofrades vuelven a la localidad hermana una vez finalizada la procesión del 15 de agosto. Numerosos cuadros que reproducen la imagen del afamado cristo, mandas testamentarias, testimonios documentales o materiales testimonian su enorme difusión, pero se da la circunstancia de que aún en nuestros días, el Cristo de Cabrilla es el patrón de localidades como la querida Alfarnatejo (Málaga), Lújar (Granada), o Benejí (Almería).

Hubo hermandades tan importantes como las de Guadix, Úbeda, Granada, Baza o Serón. En el ámbito más cercano se sumaban a la de Jimena, la de Torres, Albanchez o Huelma, pero otras muchas se multiplicaron por toda la geografía andaluza, caso de las de Jaén, Málaga, Andújar, Linares, numerosas poblaciones de la Alpujarra, el altiplano granadino, o puntos de la Axarquía como Cómpeta y Torrox, lo que pone de manifiesto la importante labor ejercida por el Arzobispado de Granada, algo por otro lado lógico si consideramos que el suceso se produjo en plena Contrarreforma. Aunque ello trascendió de la archidiócesis y otros testimonios sitúan esta devoción en lugares tan dispares como Ayna (Albacete) o Estepa (Sevilla), lo que nos da la verdadera dimensión de lo que aquello significó.

Sea como fuere, lo cierto es que estamos ante una de las devociones castellanas por antonomasia, pues hemos de tener presente que los reinos que componían la actual Andalucía formaban parte de Castilla, no obstante existen testimonios puntuales en lugares del reino de Aragón como es el caso de Tornos (Teruel). Pero el Cristo de Burgos también trascendió nuestras fronteras y hoy se venera en numerosos puntos de hispano-américa e incluso en puntos del continente asiático como la isla de Guam, donde la llevó Diego Luís de Sanvítores, quien fuera hijo del propietario del lienzo de Cabrilla que murió allí martirizado.

Después de más de trescientos años compartiendo devoción hubo que esperar a que mediado el pasado siglo se establecieran lazos entre Burgos y Cabra, los dos focos por excelencia, de manera que tuvo que ser un burgalés afincado en Cabra quien diera el primer paso, se trata del párroco Antonio Alonso Hinojal. De tal forma que en mayo de 1959 Gabriel Adarve, el entonces hermano mayor de la cofradía de la Esclavitud publicó un artículo en el Diario de Burgos, lo que tuvo un eco inmediato cuando el prior de la hermandad cabrileña fue nombrado “Prior honorario de la Real Hermandad de Burgos”, a lo que respondió la corporación cabrileña nombrando al prior de la hermandad burgalesa “Hermano mayor honoris causa a perpetuidad”. Después comenzarían una serie de intercambios y visitas institucionales que motivaron el hermanamiento entre ambas localidades, estrechando unos lazos que afortunadamente hoy gozan de una extraordinaria salud como es manifiesto con la continua interrelación humana y cultural de los últimos años, uno de cuyos últimos episodios significó la reciente visita institucional que giró a nuestra localidad el Alcalde de esta hermosa capital castellana, hoy tan cercana para los cabrileños.







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