Pregón de Fiestas 2019

Un pregón es muy importante, ya que el pregonero encarna el sentir de todo un pueblo por medio de sus vivencias y su particular visión, de ahí que hayamos considerado necesaria la publicación de este texto. Un pregón leído en el día de ayer por Juan Antonio López Villanueva, un catedrático de la Universidad de Granada que como tantos cabrileños ha desarrollado una brillante carrera profesional y por eso este acto también viene a significar un reconocimiento por parte de sus paisanos. Con una plaza abarrotada, Juan Antonio supo llegar y emocionar a todos con el siguiente pregón.

Juan Antonio López Villanueva, pregonero de las Fiestas 2019 en honor al Stmo. Cristo de Burgos. Fuente: propia.

¡Buenas tardes, cabrileñas y cabrileños!

Nos reunimos hoy aquí, fieles a esta cita anual, en la ceremonia de apertura de nuestras fiestas. Prácticamente todos los años he escuchado el pregón desde la plaza, ahí entre vosotros, pero esta tarde me ha tocado subirme al balcón, gracias a la amable invitación de nuestro alcalde y de la corporación municipal.

Muchas gracias, querido alcalde. Es un gran honor para un cabrileño poder ser el pregonero de las fiestas de su pueblo. Este es el pueblo de mis abuelos, padres y hermanos, de mi compañera y su familia, y también el de mis hijos, que aunque hayan nacido en Granada se consideran y son profundamente cabrileños. Gracias también, Alcalde, por tu presentación. Muchos de vosotros me conocéis de siempre, otros no. A veces, cuando me presento a alguien que no me ubica le suelo apuntar: “soy el hermano de Pantaleón”. Y normalmente esa referencia funciona.

Ser pregonero es un gran honor pero también una gran responsabilidad. Cuando recibí el ofrecimiento, al estar poco habituado a estos lances fuera del ámbito científico, no sabía cómo lo iba a plantear, ni en el contenido ni en el tono. Husmeé un poco por Internet en busca de algo de ayuda y hasta encontré un artículo en El País titulado “El manual del perfecto pregonero: qué aprender de Joaquín Reyes y Dani Rovira”. Interesante, pero me temo que no es mi perfil. Llegué a Cabra con algunas ideas, pero en estos días que han precedido a las fiestas he podido sentir el calor de muchos de vosotros, que me habéis comunicado vuestro agrado por mi elección este año, e incluso algunos me habéis transmitido vuestras razones y algún consejo, y todas han resultado muy útiles para ayudarme a definir el tono del pregón, escrito para ser pronunciado desde este balcón y en esta plaza.

Y desde este balcón os saludo a todos, a los cabrileños de nacimiento que residís aquí y mantenéis con tan buena salud nuestro pueblo, a los cabrileños de nacimiento que un día tuvísteis que partir a otros lugares, pero que volvéis en cuanto podéis y siempre lleváis a Cabra del Santo Cristo en el corazón, y a sus descendientes que los acompañáis, a los cabrileños que sin serlo de origen os unísteis a esta comunidad estableciendo lazos familiares, extendiendo lo que comenzó siendo vuestro amor a algún cabrileño o cabrileña a un amor también a nuestro pueblo, a los cabrileños de adopción que habéis elegido Cabra como vuestro lugar de residencia, viniendo muchas veces de tierras lejanas, a los visitantes que nos acompañáis en estos días festivos tan importantes y entrañables, disfrutándolos con nosotros. Porque estas son sobre todo fechas de encuentro, de los que estáis y los que volvemos, todos juntos dispuestos a dejar un año más estas fiestas en lo más selecto de nuestros recuerdos.

Como ha comentado nuestro alcalde, un día me tuve que ausentar para continuar con mis estudios, pero siento que nunca me he ido. He tenido la suerte de poder mantenerme ahí cerca, debajo de esos picos de Sierra Nevada que se divisan a veces al fondo,  embelleciendo el paisaje en los días claros. En proporción somos muchos los cabrileños que formamos parte de la Universidad de Granada. Otros muchos están desarrollando excelentes carreras profesionales en diferentes ámbitos, en España y en el resto del mundo, porque nuestro pueblo ha proporcionado excelentes generaciones de estudiantes. Animo a los jóvenes a que sigan con esa tradición, y si es posible, barriendo para casa, en los campos de la ciencia y la tecnología. Y si es en la universidad de Granada, para mí siempre ha sido y será una gran satisfacción recibir a estudiantes de Cabra del Santo Cristo.

En cualquier caso, estemos donde estemos y vayamos donde vayamos, todos amamos a nuestro pueblo. Todos los cabrileños somos sus embajadores y cualquiera que nos conozca conoce también la existencia y belleza de Cabra del Santo Cristo, porque allí donde vamos aprovechamos toda ocasión para ponerla de manifiesto. Recuerdo que una visitante que nos acompañaba durante las fiestas me comentó, sorprendida: “Es que vas por ahí y encuentras gente de Cabra en todos los sitios”. Y la respuesta estaba clara: este pueblo, como la mayoría de los de nuestra región, ha sufrido varias veces el azote de la emigración, y en todos los sitios se pueden encontrar originarios también de muchos otros pueblos andaluces, pero la diferencia es que donde está un cabrileño se sabe, porque nunca oculta su origen, al contrario, se siente muy orgulloso y presume de él. Todos somos embajadores de su belleza, y a veces también de sus productos, como es el caso de quien me antecedió como pregonero hace unos años, mi amigo Bartolomé Nofuentes López, que los promociona siempre que tiene ocasión, y afortunadamente las tiene.

Pero quiero aprovechar mi presencia hoy en el balcón, yo que vuelvo a menudo pero no estoy de forma habitual, para expresaros el reconocimiento y agradecimiento, compartido por muchos otros nativos ausentes, a los que sí estáis aquí, dedicando todos vuestros esfuerzos por mantener a Cabra del Santo Cristo viva y lozana, intentando mejorarla cada día. También me gustaría recordar al club de ajedrez, del que fui socio fundador hace ya muchos años, que tan buenos resultados deportivos ha dado, y que se mantiene gracias a la constancia de algunos socios, organizando los torneos habituales en estas fiestas. Y, por supuesto, añadir unas palabras de reconocimiento a la asociación Cerdá y Rico, de la que también formo parte, y a los socios que la mantienen pujante. Con sus iniciativas y con la entusiasta implicación de nuestro ayuntamiento, se ha revitalizado la vida cultural de nuestro pueblo.

Afortunadamente disponemos hoy de incomparables espacios como la Casa Museo de Arturo Cerdá y Rico y la Sala de Exposiciones Juan Antonio Díaz. Cada año nos encontramos con excelentes muestras que sitúan a Cabra en los circuitos culturales más destacados, y con nuevas agradables sorpresas como las recientes y magníficas reproducciones de las placas de Arturo Cerdá que adornan nuestras calles y nos recuerdan nuestro pasado. Y, además de esta gran vida cultural, tenemos el enorme potencial para el turismo rural que nos ofrece el entorno, con magníficas rutas de senderismo. No me cabe duda de que nuestro ayuntamiento también es consciente de ese potencial y está dando grandes pasos para desarrollarlo, con la mejora de su documentación, señalización y difusión, junto con la promoción de una infraestructura suficiente de hostelería.

Ha llegado el momento del comienzo de las fiestas. La banda nos espera en la plaza para el pasacalles, los cabezudos probablemente comiencen a asomarse por las ventanas del ayuntamiento. Para un cabrileño es fácil entender lo que significa este momento para todos vosotros, desde la ilusión de los más pequeños hasta la emoción de los algo más mayores, por haberlo vivido de manera distinta con diferentes edades, desde que el ferial se instalaba en esta misma plaza, con “las cadenas” al bajar las escaleras, la churrería en el rincón de la iglesia, frente a la casa parroquial, la noria junto a la fuente, una tómbola abajo y otra aquí arriba junto a las casetas de tiro, los puestos de turrones a lo largo de la calle la Palma, y alguna vez el circo en el antiguo campo de fútbol …

Recuerdo la ilusión del niño que yo era en aquellos tiempos, cuando las fiestas se celebraban a finales de septiembre, por San Miguel, en mis primeros años de vida, y en estas mismas fechas de agosto un poco más adelante. Más tarde el niño se convirtió en joven y llegó la piscina, y la verbena en ella, porque en mi juventud las madrugadas en la piscina eran obligatorias. Durante todo el verano disfrutábamos de noches inolvidables en el nacimiento, con nuestras pandillas y nuestras ollas de ponche, pero en las fiestas tocaba la piscina, e incluso cuando era de pago hacíamos un esfuerzo para conseguir un abono y
no perdernos ninguna noche. Y la seguimos disfrutando ahora, y no solo por su marco incomparable y por los grupos musicales con los que se nos obsequia, sino también porque durante un rato volvemos a ser un poco aquellos jóvenes que fuimos. Aunque esto puede ser un problema para algunos de los que de verdad son jóvenes hoy y prefieren esperar al segundo turno, cuando las otras generaciones ya nos hayamos ido a dormir.

He dejado para la última parte del pregón lo primero en importancia. He de recordar que las fiestas que inauguramos son fiestas patronales, que se celebran en honor del Santo Cristo de Burgos. Porque nuestro Santo Cristo de Burgos, advocación divina, no es un patrón más ni es una advocación más. No todos los pueblos tienen a su patrón tan íntimamente ligado a su historia y a su esencia. No en vano nuestro pueblo lo lleva en el nombre y le erigió este majestuoso templo. Todos podremos sentir la pasión que se espirará mañana y el día diecisiete cuando procesiones por estas calles, cuando convocados por las Hermandades de la Esclavitud y de los Nativos Ausentes lo veamos salir con toda su dificultad por la puerta de su iglesia-santuario, cuando lo veamos entrar igualmente desde la plaza o desde el interior de la iglesia acompañado por los acordes de la Marcha Real.

Muchos cabrileños aprovecharán también su presencia fuera del retablo para acercarse con fervor a besarlo y pasarle sus reproducciones en estampas, acto de profunda fe al que los mayores llaman “tocarse”. Cualquier cabrileño se emociona ante la contemplación del lienzo del Santo Cristo de Burgos. Yo he podido vivir el cariño con el que mis padres han cuidado del Nicho de la Legua durante dieciséis años y el orgullo que han sentido por tener la oportunidad de hacerlo. Cuando me he encontrado con lienzos casi idénticos al nuestro en otros lugares de España, como la Mancha o la Rioja, recuerdo haber sentido un pálpito casi antes de ser consciente de la imagen que estaba llegando a mis ojos. En esos casos aprovecho la primera ocasión para contárselo a mi amigo Lázaro Gila, cuyo pregón pleno de referencias históricas disfrutamos hace unos años, y que es quien más sabe del Santo Cristo de Burgos del mundo, y me da todos los detalles sobre esos lienzos, sus orígenes y su relación con el nuestro e incluso detecta errores en sus autorías. Me cuenta que varios de esos lienzos pertenecen a una serie de copias que realizó un afamado pintor del siglo XVII, probablemente motivado por la fama que estaba alcanzando nuestro milagroso lienzo en toda España, y que algunos se encuentran en lo que eran las sedes de hermandades que venían a nuestras fiestas en el siglo XVIII, como la de los ganaderos de la Mesta. Con mayor o menor fe religiosa cualquier cabrileño se emociona ante nuestro Santo Cristo de Burgos, patrón y alcalde perpetuo, porque siente que es algo suyo, íntimamente ligado a sus raíces, que lo entronca con sus antepasados, con los que nos precedieron y lo procesionaron durante siglos, con los que están entre nosotros y con los que nos dejaron, siendo algunos demasiado jóvenes.

Yo creo que no debo extenderme más. Ya es el momento de que salgan los pinchalauvas, zancudos y cabezudos acompañados por la banda. Ya es el momento de concluir pronunciando todos juntos los vivas con los que ha de terminar cualquier pregón de fiestas en Cabra del Santo Cristo.

¡Viva el Santo Cristo de Burgos! ¡Viva Cabra del Santo Cristo! ¡Felices fiestas,
cabrileños!

¡Que comiencen las fiestas!

Muchas gracias.

Juan Antonio López Villanueva prende la mecha del cohete que inicia las fiestas patronales de Cabra del Santo Cristo. Fuente: propia.

Juan Antonio López Villanueva

Juan Antonio López Villanueva nació en Cabra del Santo Cristo en junio de 1961, hijo de Miguel López Navarro y CatalinaeVillanueva Ruiz, también cabrileños. Cursó estudios primarios en el colegio Arturo del Moral, de Cabra del Santo Cristo, y estudios secundarios y de bachillerato en Baeza. Su infancia y gran parte de su juventud transcurrieron en Cabra del Santo Cristo, donde pasaba todas sus vacaciones escolares disfrutando de sus padres, sus hermanos Pantaleón y Carmen y demás familia, de los amigos, entre la diversión y otras actividades menos lúdicas como la recogida de alcaparras, el trabajo en la empresa familiar o la impartición de clases particulares.

Su etapa universitaria comenzó en 1979, año en el que se trasladó a Granada para iniciar sus estudios de Ciencias Físicas, que finalizaron en 1984 con premio extraordinario de licenciatura y el premio de la Academia de Ciencias de Granada al mejor expediente académico de su promoción. Tras terminar la licenciatura, inició su actividad investigadora en el campo de la física de los dispositivos electrónicos con la obtención de una beca del Plan de Formación del Personal Investigador bajo la dirección de Juan Enrique Carceller, que más adelante pasaría a formar también parte de la familia. Pronto sustituiría la beca por un contrato como Profesor Titular de Escuela Universitaria, compaginando las tareas investigadoras con encargos docentes en las licenciaturas en Ciencias Físicas y en Informática de la Universidad de Granada, donde tuvo el placer de poder contar entre sus alumnos con varios cabrileños, circunstancia muy grata para él que se ha repetido con posterioridad. En 1990 obtuvo el título de Doctor en Ciencias Físicas y en 1991 la plaza de Profesor Titular de Universidad. Más adelante, en 2003, consiguió la plaza de Catedrático de Universidad.

Salvo estancias de varios meses en la Facultad de Física de la Universidad de Barcelona y en el Institute d’Électronique, de Microélectronique et de Nanotechnologie de Lille, Francia, prácticamente toda su carrera científica se ha desarrollado en la Universidad de Granada, con la participación en numerosos proyectos sobre física de dispositivos electrónicos y nanoelectrónicos, sensores, células solares y dispositivos para la eficiencia energética. Sus resultados de investigación se han publicado en revistas científicas de la máxima difusión e impacto internacional de prestigiosas editoriales o instituciones como la Sociedad Americana de Física (APS), el Instituto Americano de Física (AIP), o el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE), del que es miembro senior, y se han defendido en congresos y reuniones científicas nacionales e internacionales. Estos trabajos han encontrado una excelente aceptación y han sido referenciados miles de veces por investigadores de numerosas universidades, empresas y centros de investigación de todo el mundo. También cabe destacar su labor de formación de investigadores, algunos de los cuales han continuado con prestigiosas carreras científicas, pudiéndose contar entre sus doctorandos con otros cuatro catedráticos de universidad que desempeñan su actividad en las universidades de Granada y Almería. Su labor docente se ha centrado en los últimos años en las titulaciones de Ingeniería en Electrónica, Ingeniería de Telecomunicación e Ingeniería Electrónica Industrial de la Universidad de Granada, donde ha sido Coordinador de Ingeniería Electrónica y actualmente es el Director del Departamento de Electrónica y Tecnología de Computadores.

Juan Antonio es miembro de la Asociación Cultural Cerdá y Rico y ha contribuido en varias ocasiones en la revista Contraluz. Casado desde 1986 con la también cabrileña Irene Amador Fernández, es padre de tres cabrileños nacidos en Granada: Irene, María y Juan Miguel.

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