Las fotografías de Sebastián Moreno y las numerosas noticias que aparecen en el diario Ideal relacionadas con nuestra escuela son la fuente principal de este artículo (que dividimos en tres partes), aunque ya es amplia la historiografía al respecto, de manera que he utilizado como fuente varios trabajos publicados en la revista Contraluz, como el de Juan Cózar[1] que trata de la fundación de la madre Marta. Del mismo autor es otro interesante artículo[2] que escribió coincidiendo con el cincuenta aniversario de la fundación del colegio Cristo Crucificado. También utilizo como fuente uno de mis artículos[3] donde hablo de un acto de reconocimiento a los escolares de principios del pasado siglo en el que Fernando Gámez Vera tiene un especial protagonismo, así como otros trabajos, como los de Carmen Mª Camacho Adarve[4], Julio Cerdá[5], Pantaléon López Villanueva[6] y Antonio Luque Alaya[7]. También me ha sido de gran ayuda la revista L’infantil Express[8]. Pero es el artículo de Manuel Garrido Palacios[9] el que trata el asunto desde una perspectiva más amplia, abarcando un rango temporal que va desde mediados del XIX hasta el último cuarto del XX, abordando el estudio de la enseñanza desde lo global a lo local.
La educación es la base de una sociedad próspera y justa, de ahí la importancia de la labor docente, pues puede tener un impacto muy significativo en la vida del alumnado. Un maestro dedicado y apasionado, no sólo imparte conocimiento, sino que también modela valores, inspira curiosidad y fomenta el desarrollo de futuros ciudadanos. Los maestros son referentes en la comunidad y tienen la misión de guiar a sus habitantes hacia un futuro más brillante y fértil. Esto, en una comunidad reducida es más notorio, de ahí que en nuestro pueblo aún se recuerde a muchos de estos docentes. Caso de Fernando Gámez Vera, o Avelino del Peral, quien tiene una calle rotulada con su nombre. Gabriel Adarve y su esposa Matilde Mendoza, Manuel Herrera, Inés Molina, o más cercano en el tiempo, Antonio Luque.
Los primeros datos sobre la enseñanza en nuestro pueblo se remontan al siglo XVII, cuando Marta de Jesús fundó una escuela de primeras letras. En palabras de Juan Cózar;
es de suponer que en este tiempo no existiese en Cabra, pequeño lugar de apenas mil habitantes, ningún maestro de escuela y la preocupación social de esta gran mujer concibe la idea de una Escuela donde se eduque y enseñe, además de a todos los niños que lo deseen, “a seis niños pobres de balde”.
Encontramos aquí por tanto la constatación más antigua de la existencia de una escuela en nuestro pueblo, donde además se relacionan los maestros que ejercieron la docencia hace cinco centurias. Todos, con la formación necesaria.
La escuela estuvo funcionando desde su fundación en 1665 hasta las desamortizaciones del XIX, aunque continuó hasta bien entrado el pasado siglo, cuando ejerciera aquí la docencia Avelino del Peral.
Otra referencia del siglo XIX la encontramos en el callejero de 1896, donde aparece situada la escuela municipal en los bajos del Ayuntamiento. Pero es en el mencionado trabajo que publiqué en 2010 donde cito un artículo del diario «El Liberal» que encontré en la hemeroteca de prensa histórica, que inmediatamente asocié a algunas fotografías de Cerdá y Rico que ilustran la noticia, en lo que supone un interesante testimonio del acto de reconocimiento a los alumnos celebrado en la plaza en junio de 1908[10].

En este hermoso pueblo se celebró el día 24 un hermoso festival para solemnizar el acto de reparto de premios a los alumnos de ambos sexos que se han distinguido en los exámenes.
Se engalanó la plaza y se alzaron dos tribunas, para el Ayuntamiento y la Comisión Organizadora del festival. Los niños, en número aproximado de 300, se colocaron en bancos, que daban frente a las tribunas, y, uno a uno, fueron recibiendo de manos de las señoras los respectivos premios.
El Presidente de la Comisión, D. Juan Cristóbal Fernández, Alcalde dignísimo, que ha contribuido en alto grado al esplendor de la fiesta, con la cooperación de D. José Pardo, D. Cayetano Rus, D. Diego Jerez, D. José Vera, D. Diego del Moral, D. Amador Caro y el Secretario, D. Ramón Fernández, pronunció breves frases encomiando el acto de cultura y aludiendo a su querido maestro D. Fernando Gómez, que se hallaba presente.
El Sr. Gómez agradeció profundamente las palabras del Sr. Fernández, y después de explicar la trascendencia que tenía el festival, hizo un llamamiento a los padres de familia que, por desgracia, desconocen de los beneficios de la instrucción, recordándoles el sagrado deber que tienen de educar a sus hijos.
Así terminó este hermoso y simpático festival que servirá de estímulo en lo sucesivo a la juventud que estudia para hacer España grande.
Todos los invitados fueron obsequiados en el Ayuntamiento con un refresco, repartiéndose a los niños, además, dulces en preciosas bomboneras. Por la noche hubo música e iluminaciones.



En el relato del periódico aparecían algunos nombres y de entre ellos fue el del maestro D. Fernando Gámez, que no Gómez como ponía seguro que por error, el que identifiqué como aquel maestro de finales del XIX y comienzos del XX que investigó y escribió sobre la historia de Cabra, cuyos manuscritos utilizó José Caro Perales unos años después de su muerte para publicar en la revista Don Lope de Sosa el artículo titulado “Cabra del Santo Cristo, apuntes para su historia”. El mismo que dirigió la banda municipal de música y del que hemos tratado como uno de los personajes destacados de Cabra, no en vano fue el primer cronista de la historia local.
A comienzos de 1908 D. Fernando fue nombrado vocal de la Junta Local de Protección a la Infancia[11]. Las juntas de Protección de la Infancia fueron creadas en 1904 por real orden de 12 de agosto, si bien su reglamento no fue publicado hasta enero de 1908, año en el que se constituyó la Junta de Cabra del Santo Cristo. Debido a la falta de ingresos, en los primeros años el papel de estas instituciones se limitó a labores de vigilancia y tutela moral. Con fecha 17 de marzo de 1908 se constituye la primera junta en Cabra y D. Fernando Gámez Vera formaba parte de esta en calidad de maestro. La presidía el entonces alcalde, D. José Olmedo y se elige como secretario al médico D. Joaquín Jiménez. También formaban parte de esta junta el párroco, D. Rosendo García, el juez de paz, D. Antonio Pugnaire; la profesora, Dª Concepción Benítez; los padres de familia, D. Francisco Fuentes y Dª María Teresa Caro Rodríguez[12]; y el obrero, D. Cristóbal Fernández. Esta junta velaría por diversos aspectos de tipo sanitario, pero también referidos a la educación, luego no resulta muy descabellado si consideramos que ese pudiera ser el germen de ese acto multitudinario realizado en la plaza del pueblo. Acto organizado apenas cuatro meses después de que se constituyera y para cuando ya había cambiado esa junta, pues el alcalde ya no era José Olmedo, sino Juan Cristóbal Fernández como podemos leer en el artículo de “El Liberal”.
Durante la década de los veinte recalan en nuestro pueblo algunos maestros formados en Granada, caso de Gabriel Adarve, que llega a comienzos. Como después veremos, Carmen Serrano estudió en el Ave María, aunque es Manuel Herrera quien dejó testimonio de su orgullo por haber sido alumno del padre Manjón. Incluso se vanagloriaba de haber plantado un árbol en el patio del colegio.


La República supuso un gran avance en lo que a enseñanza se refiere, si bien, en nuestro pueblo continuaron aquellas escuelas unitarias repartidas en diversos emplazamientos. De niños, o de niñas en función de que el docente fuera maestro, o maestra. Garrido Palacios publica en su trabajo interesantes testimonios sobre ello, entre los que hemos de destacar las fotos del curso 1934-35 de las escuelas de Matilde Mendoza y de Avelino del Peral.
Durante aquellos años ya preparaban a los alumnos para aprobar el bachiller elemental, tal y como relatamos en el artículo dedicado a Sebastián Moreno Ochoa, a quien la Guerra Civil le impidió continuar con sus estudios.


El cinco de agosto de 1940 se constituye la primera Junta Municipal de Enseñanza, presidida por Ismael Olmedo, entonces alcalde. El cura Valentín Peña y Juan José Martínez Rull ejercieron como vocales, mientras que Ana Mª Pugnaire fue representante de los docentes, ya que era maestra. El secretario fue Francisco Martínez Rull y Loreto Vera Jiménez y Lázaro Cardenete Lajara representantes de los padres de familia[13].
Garrido Palacios da una lista de las escuelas que había durante la posguerra, una vez que los maestros de Cabra del Santo Cristo que ejercieron durante el periodo 1936-1944 habían superado con éxito las exigencias de las Comisiones de Depuración.
- Escuelas de niñas
- Dª Carmen Serrano: calle Cobos
- Dª Matilde Mendoza: Calle Cobos
- Dª Ana Mª Pugnaire: Calle Cobos
- Dª Inés Molina: Calle Real
- Dª Ángeles: Calle Parras
- Dª Ana: Calle Horno Bajo
- Escuelas de niños
- D. Teófilo: Calle la Palma. Actual casa de la familia Raya.
- D. Tomás Eisman: Callejón de la iglesia.
- D. Avelino del Peral: Casa de la Misericordia.
- D. Manuel Herrera: Calle Cobos.
- D. Gabriel Adarve: bajos del Ayuntamiento que daban a la calle Soto.
- D. Pedro Gómez Carriquí. Era el marido de Ana Mª Pugnaire. Calle Cobos.
- Escuela mixta
- D. Sebastián: Calle la Palma. Actual Casa de Mágina. (Escuela mixta).
En abril de 1952 aparece una breve nota en el diario informando del fallecimiento de doña Carmen Serrano[14]:
Cabra del Santo Cristo. Ha fallecido en esta localidad la señora doña Carmen Serrano Monterreal, maestra del Ave María que fue y madre del médico analista de Granada don Mateo del Peral Serrano que en unión de su hermano don Leandro reciben numerosas manifestaciones de pesar por la desgracia.
A finales de la década de los cuarenta y durante los cincuenta ya era habitual que se organizaran actividades extraescolares, especialmente, coincidiendo con la celebración de San José de Calasanz. Según testimonio de Rafael Rubio:
…esta foto pertenece a una cabalgata de carrozas y unos actos teatrales, realizados por el ingenio de Don Manuel Herrera y la colaboración de todos los maestros y padres de alumnos. Esta carroza (lástima que no se vea desde atrás) representaba el mesón de María Rienda. Detrás de lo que parece un muro había una gran chimenea con un santo cristo presidiendo y varios niños vestidos de la época. Había otra carroza que representaba el milagro de Fátima con La Virgen (que llevaba un rosario con unas bolas de cristal enormes, a duras penas lo podía aguantar la protagonista) y los pastorcillos, con corderos incluidos…

Los alumnos aventajados ampliaban sus estudios en “la Academia”, pues el sistema educativo era exigente y elitista, lo que queda manifiesto en el siguiente testimonio de Basilio Vera Cortés:
En Cabra, años 50, existían la escuela de D. Gabriel (ubicada en los bajos del ayuntamiento), la de D juan Fernández (ubicada en la calle Real, frente al bar de Chispas), la de D. Manuel Herrera (ubicada frente adonde hoy está el ambulatorio) y la de D francisco Espinosa (ubicada en lo que fue el hospital de la Misericordia). Las niñas: Doña Inés Molina escuela en su casa), Doña Matilde (escuela también en su casa), la de Doña Josefa González (en la casa de Falange e l calle Santa Ana) y la de Doña Carmen (esposa de Celedonio que también la tenía en su casa)
Escuela unitaria era una es cuela en la que había tres grados o grupos: los que empezaban a leer y escribir, los que hacía dictado y las cuatro operaciones y Lis de tercer grado que hacían problemas, redactaban y casi siempre eran los que en realidad enseñaban a leer y escribir a los pequeños. Si ibas a hacer bachillerato, tenías que pasar un examen de ingreso en el instituto Virgen del Carmen (Jaén) con nueve o diez años (según el mes de tu nacimiento) (yo, nací en octubre y lo hice con nueve años).
Podías hacer el bachillerato elemental (primero, segundo, tercero, cuarto y reválida) por libre u oficial. El libre es el que hice yo, los maestros, cuando terminaban su sesión de mañana y de tarde nos daban clases (Don Manuel Herrera matemática y ciencias, D. Juan geografía e historia, política, gimnasia…, Don Gabriel latín y lengua, D. Francisco Francés).
Nos examinábamos en Jaén, de todas las asignaturas, ¡en dos días! Nos íbamos a las seis de la mañana en la “Marranica” o en la “Perona” y llegados a Jaén, directamente nos metían en el examen de matemáticas. Así los dos días con todas las asignaturas. Los alumnos oficiales tenían muchísimas ventajas que nosotros. Por ejemplo, ellos podían hacer parciales y nosotros íbamos a pecho descubierto con todo el programa (libro). Había bastantes carreras que se podían estudiar con este bachillerato. Luego estaba el bachillerato superior (quinto, sexto, séptimo y el examen de estado para carreras superiores. Yo creo que empecé el ingreso en junio del 53. Entre 53-54 hice primero,54-55 hice segundo, entre 55-56 tercero, 56-57 cuarto. Para la reválida me fuy a Jaén, la preparé en una academia especializada en la reválida. Esto sería entre el curso 57-58. Entré en magisterio hasta el 63 y en el 64 saqué la oposición y me puse a trabajar en alfabetización en la estación de Cabra.
En un principio los estudiantes que hacían bachillerato elemental en Cabra estudiaban en su casa. A las una y a las cinco íbamos a las escuelas “a dar las lecciones”(así se decía) pura memoria y sin saber lo que decías. Cerca de los 60, D Juan Fernández (al que el pueblo le debe mucho y no se lo han reconocido) acordó con sus compañeros alquilar un local en la casa de Falange con una mesa y unas sillas y una mesa de pin-pon sobre la que estudiábamos. Ahí estábamos desde las nueve a las una que salíamos a las escuelas a “dar las lecciones”. A las cinco, la misma operación. Estábamos bastantes. Recuerdo a tres que habían cogido la tiña y los tenían aparte. Aquí estuvimos un tiempo, después marchamos a los bajos de la casa donde hoy está el hogar del jubilado. Mejoramos, había un salón con mucha luz y unas “aulas” donde los maestros nos “tomaban las lecciones “. Ahora se desplazaban ellos y nosotros nos manteníamos en la academia. Nuestros padres pagaban una cantidad -no me acuerdo cuanto- que ellos se repartían.

En el programa de fiestas de 1958 hay un anuncio por el que conocemos el número de alumnos que entonces se presentaron y el porcentaje según notas, lo que pone de manifiesto el nivel de aquellos bachilleres cabrileños salidos de la Academia “Stmo. Cristo de Burgos”.

Según Paqui Moreno, coincidiendo con el día de San José de Calasanz (27 de noviembre) -patrono de los maestros-, Dª. Inés Molina preparaba obras de teatro que se representaban con gran éxito en el cine Benavente. Aparte de los niños que hacían de actores, colaboraban personas como Alfonso Caro, que hacía los decorados. Es el caso de esta de la imagen tomada en 1958 durante la representación de “El romance de Rosalinda”.

El 16 de septiembre de 1958 se inauguró el colegio Cristo Crucificado, primer centro de enseñanza de nuestra localidad. Fundado por las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado, esta congregación no se limitó a la enseñanza, sino que comenzó una importante labor social y de atención a necesitados, Como botón de muestra extractamos este texto del mencionado trabajo de Juan Cózar, donde una crónica escrita por una religiosa recoge su primera actividad:
“Nuestra primera visita -escribe- fue a las cuevas donde habitan muchas almas desheredadas de bienes materiales, pero, en cambio, con una riqueza que ellos no saben apreciar y hemos de enseñarles lo mucho que el Señor los ama”.
[1] CÓZAR CASTAÑAR, J. Un maestro, una escuela, una fundación. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 2, 2005, págs. 147-152.
[2] CÓZAR CASTAÑAR, J. Cincuenta años de las HH.AA. de Cristo Crucificado en Cabra del Santo Cristo. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 5, 2008, págs. 301-307.
[3] PEREZ OREGA, M.U. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, R. «Los liberales» aquellos ilustrados del XIX que hicieron de Cabra del Santo Cristo un pueblo diferente. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 7, 2010, págs. 243-285.
[4] CAMACHO ADARVE. C.M. Don Gabriel. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 4, 2007, págs. 129-132
[5] CERDÁ PUGNAIRE, J y CARRIÓN HERRERA, R. Manuel Herrera Valenzuela, “amateur” de la fotografía y continuador de la obra de Cerdá y Rico. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 7, 2010, págs. 47-59
[6] LÓPEZ VILLANUEVA, P. Primera etapa. Localización: Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 1, 2004, págs. 195-200.
[7] LUQUE ALAYA, A. Mi paso por Cabra (con Carmen, por supuesto). Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 1, 2004, págs. 201-208.
[8] L’INFANTIL EXPRESS. Revista del colegio público Arturo del Moral. Cabra del Santo Cristo. 1988.
[9] GARRIDO PALACIOS, M. Historia de la Educación en España (1857-1975), una visión hasta lo local. Contraluz: Revista de la Asociación Cultural Arturo Cerdá y Rico, ISSN 1698-8817, Nº. 2, 2005, págs. 89-146.
[10] Hemeroteca del diario El Liberal. Número 10471, Madrid, 27 de junio de 1908.
[11] AHM-CdSC.- Archivo Histórico Municipal de Cabra del Santo Cristo. Expediente de constitución de la junta local de protección a la infancia. Marzo de 1908. Caja 292 – Carpeta 4.
[12] Esta debía de ser la cuñada de Francisco Alejandro Herrera Peral, pues según la partida de defunción era esposo de Antonia Caro Rodríguez, con quien casó en 1888 y no tuvo descendencia. También tuvo parentesco familiar con Fernando Gámez Vera, pues su hijo Antonio casó con una hija de Francisco Caro.
[13] ADARVE MENDOZA, C. y CARO CARO, A. Historia de un colegio. L’infantil Express. Revista del colegio público Arturo del Moral. Cabra del santo Cristo. 1988. Págs. 3-4.
[14] DIARIO IDEAL de 9 de abril de 1952 (Hemeroteca).




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