El hilado del esparto crudo. Un documental sobre los últimos «hilaores»

Cuando el primer cumpleaños de la declaración de la Cultura del Esparto como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España se acerca, dadas las circunstancias que nos han tocado vivir, un rayo de sol viene a alegrarnos tras recibir una comunicación de Pascal Janin en la que nos anuncia que, días pasados, la Fundación Integra «nos ha regalado» un trabajo esencial: un documental en formato de vídeo sobre el hilado de esparto crudo.

Al respecto, queremos señalar que la utilización de esparto en la cordelería fue desapareciendo y sus artesanos, los últimos depositarios de unos conocimientos heredados desde hace siglos, de generación en generación, han ido jubilándose.

En Cabra del Santo Cristo, las últimas manufacturas de «ramal» salieron de la fábrica de Cayetano García del Moral a finales de la década de los ochenta del pasado siglo. Una actividad que tuvo su momento álgido durante la posguerra y décadas posteriores, llegándose a crear más de trescientos puestos de trabajo directo. Ello tuvo su repercusión en la demografía, llegando el pico poblacional hasta los cerca de siete mil habitantes durante la década de los cincuenta. Algunos de aquellos «hilaores», o «guiteros» como también se les llama en Cabra vinieron desde Murcia. Familias enteras de pueblos como Cieza que trabajaron en la fábrica de Fermín o en la de Joaquín Sánchez Albarracín («La Industrial Espartera» se llamaba) que transmitieron el oficio en nuestro pueblo. La cuerda se vendía por toda España; en Jódar o Úbeda para la confección de capachos principalmente, pero las cuerdas cabrileñas también se exportaron a los puertos atlánticos de las costas andaluza y gallega, así como a un sinfín de lugares de toda la geografía española.

Hilaores en la industria del esparto durante los cincuenta (fábrica de Manuel Raya Donoso). Fuente: Francisco Quesada a través del grupo «fotos para el recuerdo» de fotos antiguas de Cabra del Santo Cristo (Facebook).

Aunque muy probablemente aún quede alguien en nuestro pueblo que sepa hilar, la situación, al iniciarse la tercera década del presente siglo es absolutamente dramática: en toda la geografía española, apenas quedarán algunos hiladores capaces de trabajar con esparto rastrillado, entre los que se encuentran los hermanos Diego y Bartolomé Román, de Águilas (MURCIA), siendo los últimos en saber hacerlo con esparto crudo.

Al no tener posibilidad de relevo, cuando se marchen, con ellos se extinguirá la última estirpe de una saga milenaria de fabricantes de cuerdas de esparto crudo que atrajo a las flotas cartaginesas y romanas por la costa murciana, llamando a este territorio en tiempos de Plinio el Viejo “Campus Spartarius”. Sin duda, una inmensa perdida para el conjunto de la Cultura del Esparto y del Patrimonio Cultural Inmaterial español.

Aunque no se va a poder mantener esta práctica viva (lo que hubiera sido algo verdaderamente deseable), agradecemos profundamente a la Fundación Integra haber tenido la sensibilidad de darse cuenta de ello y haber decidido, al menos, documentar en formato audiovisual el arte de esta milenaria praxis, antes de que desaparezca para siempre. Aprovechar también la ocasión para felicitar el impecable trabajo de postproducción realizado por Bravostudios con este documental.

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