(1896-1936. Periodista y político)

Juan de Dios Fernández Cruz
Hace ya algún tiempo que cayó en nuestras manos el libro «La noche que mataron a Calvo Sotelo» de Ian Gibson, libro que, fruto de una importante labor de investigación llevada a cabo por el prestigioso hispanista Irlandés, nos presenta de una manera bastante objetiva –en nuestra opinión- los hechos acaecidos durante los agitados días que precedieron al estallido de nuestra Guerra Civil. Cual fue nuestra sorpresa al descubrir que uno de los personajes que se nos presenta en esta obra, era Cabrileño; se trata de Juan de Dios Fernández Cruz, ó «Fernáncruz» como se le conocía. Entre las personas con las que el escritor se entrevistó para conocer algunos aspectos de la vida de nuestro paisano, cita a Juan Rico, ya fallecido. Pero aún existen Cabrileños que conocieron a nuestro personaje, como es el caso de Francisco Garzón Garrido, quien nos comunicó la existencia de este libro y quien a pesar de lo avanzado de su edad poseía una envidiable memoria, algo, que unido al amor que sentía por nuestro pueblo motivó que en diferentes ocasiones nos ayudara tanto en éste como en otros temas tratados en nuestra web.
Con este trabajo sólo pretendemos dar a conocer la figura de este Cabrileño; somos conscientes de que no existe rigor histórico ni pretendemos hacer un estudio profundo, pero creemos que entre los datos extraídos del libro de Ian Gibson y algunas de las anécdotas que Francisco Garzón nos relatara, serán suficientes para que el lector se pueda formar una aproximada idea de la figura de este paisano que, sin quererlo se vio involucrado en uno de los acontecimientos más tristes de la historia más reciente de España.
Juan de Dios Fernández Cruz, nace en Cabra del Santo Cristo el 27 de abril de 1896, en el seno de una humilde familia. Desde muy temprana edad, como era habitual en niños de su edad y clase social en aquellos difíciles años, trabajaba para ayuda al sustento familiar en diversos oficios, así trabajó como porquero y vendiendo carbón por las calles.
Durante la estancia en Cabra de unos Padres Misioneros, un Fernáncruz muy niño aún les sorprendió por su inteligencia, motivo por el que decidieron darle la oportunidad de que siguiera su formación y cursara estudios superiores, así que marchó a Granada y estudió bachillerato en las escuelas del Ave María – no olvidemos que en aquellos años, era imposible que una persona de su clase social pudiera estudiar, a no ser con la ayuda de la Iglesia -. Fernáncruz no perdió el contacto con su pueblo durante la época de estudiante, pero cada vez se notaba más en él la influencia de una educación profundamente católica, de manera que cuando volvía en vacaciones, cantaba como solista y ayudaba en las misas de nuestra Parroquia.
Pese a lo que en principio pudiera suponerse, no continuó con los estudios de Teología y se hizo periodista. Pronto comenzaría una prometedora carrera llegando a dirigir en sus primeros años de profesión la revista de corte monárquico «Iberia» en Sevilla, para poco después marchar a Madrid y trabajar como redactor en el Diario ABC, aunque él siempre decía ser publicista. En la capital llegó a codearse con lo más florido de la Corte. Ian Gibson nos relata la gran amistad que unía a Fernáncruz con el mismísimo rey Alfonso XIII y con toda la familia real; algo que le sorprende sobremanera porque no deja de ser paradójico que una persona de raíz tan humilde pudiera estar tan cercana al rey. Pero no sólo era conocido en los círculos monárquicos –donde se le conocía como Juanito el Andalúz-, sino que Juan de Dios se ganó la amistad de gran cantidad de políticos conservadores del momento, de hecho, en momentos puntuales no dudó en entrevistarse con el Gobernador Civil de Jaén con el fin de resolver algún asunto relacionado con nuestro pueblo, o con alguno de nuestros paisanos.
Su compromiso con organizaciones conservadoras, tradicionalistas y monárquicas fue activo y no sólo se limitó a la mera militancia, sino que participó activamente en la política durante la dictadura de Primo de Rivera y después durante la Segunda República. Una de las anécdotas que Francisco Garzón nos relató, se refiere a un mitin que Fernáncruz celebrara en la plaza durante la última época de la República, cuando se empezaron a cometer desmanes contra la iglesia y el acoso al clero era continuo. Desde el balcón del edificio que ocupaba lo que hoy es la Caja Rural denunció los terribles asesinatos de religiosos y la quema de Iglesias, para terminar su alocución mostrando una cruz a los asistentes y con un gesto desafiante repetir enardecidamente que esa era su única arma.
Durante el verano de 1936 Fernáncruz se encontraba en Madrid. La tarde del 12 de Julio ocurrió un suceso de gran trascendencia; el asesinato del teniente Castillo de los guardias de asalto. Ocurrió en pleno centro de Madrid; cuando Castillo se despidió de su mujer en la puerta de su domicilio y se encaminó a la comisaría donde prestaba servicio, en las inmediaciones de la Puerta del Sol, a pocos metros –frente al oratorio de Santa María del Arco, en la calle Augusto Figueroa-, un grupo de jóvenes disparó a bocajarro sobre él, huyendo rápidamente. Justo en ese momento la casualidad quiso que pasara por allí «Fernáncruz«. El guardia de asalto, herido de muerte cayó sobre nuestro paisano y Fernáncruz, según el relato del escritor, consiguió trasladar a la víctima hasta la casa de socorro que se encontraba en las proximidades del lugar, a donde llegó cadáver; después y tras pasar una leve crisis nerviosa prestó declaración. Fue esa misma noche, cuando algunos de los compañeros del teniente Castillo, enfurecidos por tan cruel asesinato decidieron tomarse la justicia por su mano, secuestrando a Calvo Sotelo para asesinarlo posteriormente, lo que a la postre, desencadenó la contienda.
Los hechos se fueron desarrollando con gran rapidez y de ninguno de los sumarios llevados a cabo por las fuerzas del orden se deduce que nuestro paisano estuviera implicado en este asesinato, posibilidad que Ian Gibson barajó en un principio, ya que no sólo la militancia política de Fernáncruz podía ser motivo de rivalidad con el policía -leal a la República y de ideología izquierdista-, sino que además se daba la circunstancia de que el teniente Castillo era también de Jaén –Alcalá la Real- y que había estudiado en Granada, por lo que podían conocerse de antiguo. Pero esta teoría se derrumbó al considerar el escritor que había motivos contundentes por los que atribuir el asesinato a un grupo de requetés del tercio de Madrid. Aunque también se barajó la posibilidad de que fueran miembros de la Falange, ya que durante unos disturbios producidos poco antes en Madrid, el grupo de guardias que estaba a las órdenes del teniente Castillo, disparó sobre uno de los falangistas, causándole la muerte, por lo que los compañeros del ultraderechista fallecido consideraron a Castillo único culpable de su muerte, motivo por el que, en repetidas ocasiones estos ultraderechistas amenazaron de muerte a Castillo. Además, Gibson está convencido de la inocencia de Fernáncruz por el simple hecho de que nuestro paisano auxiliara a la víctima e intentara protegerla –como testificaron algunas personas que habían presenciado el atentado-.
Durante la noche del Domingo 12 de Julio de 1936 sonó el teléfono en casa de José Luís Llaguno, militante de la Asociación de Estudiantes Tradicionalistas a quien Castillo había abatido en el entierro de Anastasio de los Reyes, el joven estaba aún convaleciente en la cama y fue el padre quien cogió el aparato para escuchar el siguiente mensaje «dígale usted a su hijo que le hemos vengado«. Al enterarse del asesinato de Castillo, Llaguno dedujo que este había sido ajusticiado por los Carlistas.
Poco más nos relata el escritor referente a nuestro personaje, sólo que en los primeros días de la Guerra Civil, Juan de Dios Fernández Cruz, fue fusilado en las inmediaciones de la sierra de Guadarrama.
Con la inclusión de Fernáncruz como uno de los personajes relevantes de Cabra del Santo Cristo, intentamos poner de relieve las altas cotas que alcanzó en política, así como el hecho anecdótico pero importante para nosotros de que uno de nuestros paisanos fuera en alguna medida protagonista de uno de los sucesos más importantes de la historia reciente de España.