Aplicaciones como Google Earth demuestran el inmenso potencial de las ortofotografías para la interpretación del territorio. No es casualidad que fotografiar la superficie desde el aire, ya sea con aviones o satélites, revele tanto sobre nuestro entorno. Durante mucho tiempo, la ortofoto más antigua de nuestra localidad que conocíamos era la realizada en 1956 por el ejército de EE. UU. Este vuelo cartografió prácticamente la totalidad del territorio español, una herramienta fundamental para la defensa en plena Guerra Fría (un año después se abrieron las principales bases estadounidenses en España).
Sin embargo, gracias a mi buen amigo Manolo Garrido, he descubierto tres ortofotos aún más antiguas tomadas entre 1953 y 1955 por la empresa TAF Helicópteros, S.A. Esta compañía, activa entre 1950 y 1980, se especializó en trabajos aéreos y fotogramétricos. Sus valiosos fondos documentales se encuentran hoy en el Arxiu Nacional de Catalunya, accesibles en línea a través de este enlace: https://arxiusenlinia.cultura.gencat.cat/#/cercaavancada/detallunitat/ANC1-564-N-9029.
Un vistazo al territorio en los años 50
Al analizar estas fotografías, observamos un territorio circundante a la zona urbanizada dominado por el olivar, aunque el cereal aún conservaba cierta importancia. De hecho, las parvas amontonadas en la era de San Sebastián testimonian que la foto fue tomada en verano durante la siega. El cercano cerro de San Juan ofrece una imagen menos antropizada… sin pistas ni construcciones, solo se intuyen sus restos arqueológicos en las terrazas que conforman la meseta que lo corona.
Las aguas del Nacimiento irrigaban las tierras del Sitio, lo que testimonian la Balsa y el Charcón, así como otras albercas y acequias que llevaban el líquido elemento hasta los huertos donde eran habituales los ruedos de cereal, mezclados con olivos y árboles frutales. Espacios de hondo sabor etnográfico donde las paratas de piedra seca y espacios como la era de la Quinta testimonian un pasado no tan lejano.
La Morfología Urbana: Antes y Ahora
El paisaje urbano de entonces muestra un caserío que aún no había traspasado el barranco de Las Cuevas, conformando un trazado muy similar al publicado seis décadas antes (en 1896) por Cerdá y Rico. Sin embargo, ya se habían consolidado algunas manzanas que en ese momento permanecían sin urbanizar, como la que forman las calles San Blas y Feria. Aquí se aprecia perfectamente la plaza de toros de planta cuadrada. Sabiendo que hasta bien entrado el siglo pasado los festejos taurinos se celebraban en la plaza del pueblo, podemos suponer que este espacio se utilizó a partir de la década de los treinta, una vez consolidado urbanísticamente.
Muy cerca, sobre las cuevas, se distingue claramente el trazado del canal que desviaba el barranco del mismo nombre hacia el barranco del Prior, el cual quedó inutilizado en 1950 tras la trágica tormenta que cobró la vida de siete cabrileños. Curiosamente, la ortofoto muestra el nuevo cauce en construcción, con el tramo desde la actual calle Cristo de Burgos hasta el final aún por terminar. Aquellos fueron los primeros años de Arturo del Moral en la alcaldía, un periodo de esplendor para la industria espartera que se reflejó en el censo, alcanzando casi 7.000 habitantes.
Se aprecian algunas instalaciones industriales ya construidas junto al cauce del barranco de Las Cuevas, aunque en la margen opuesta al resto de la localidad, como las fábricas de Fermín Gómez, Manuel Raya (cine de verano), Industrial Espartera (Orujera) y de los García.
El parque ya estaba construido, al igual que algunas edificaciones en la calle Cristo de Burgos, donde también se ve la casa de La Pileta rodeada de huertos. En la manzana que antes ocupaba el huerto de Cerdá, el teatro Benavente (1952) ya estaba en pie, aunque las obras del mercado de Abastos (1959) no habían comenzado. Otra fábrica de hilados ocupaba el solar que más tarde albergaría la almazara La Unión (1963), gestionada entonces por Julio Santoyo. Esa misma manzana incluía en la fachada que da a la calle Huertas algunas naves, como la que se utilizó como despacho central de Renfe, un poco más abajo de la fragua de los Quiñones (esquina con calle Cantarranas).
Otro cambio importante se observa en la parte norte del casco urbano, donde no existía la avenida de España, por lo que la calle Nicho tenía salida por la calle Soto. En esta misma zona, en el Moralejo y San Marcos, se aprecian menos construcciones que en la actualidad.
La carretera de Úbeda, con su viejo trazado, y la de la Estación permanecen como las principales vías de comunicación, mientras que los viejos caminos de Quesada, de las Nogueras, o de Alicún continúan articulando el territorio.
Algunas reflexiones urbanísticas
Estas ortofotos no solo nos permiten interpretar el territorio, sino también su evolución y, en este caso, el deterioro del casco urbano resulta evidente, pues había una mayor uniformidad arquitectónica: predominando las casas encaladas, con cubiertas de teja árabe, y se mantenían en el centro de cada cuadra grandes espacios en buena medida ocupados por los típicos huertos (o corrales). Hoy en día, resulta complicado ver casas encaladas o pintadas de blanco y, lo que es peor, están proliferando las cubiertas de teja romana… aunque eso no es lo más grave, porque ya es habitual ver horrorosas cubiertas de panel sándwich de las que habitualmente son utilizadas en las naves industriales. Ni hablar de los nuevos volúmenes arquitectónicos que rompen la estética tradicional, a menudo motivados por la construcción de garajes en las plantas bajas, que en algunos casos son auténticas naves industriales.
Es una máxima del urbanismo que los «espacios confusos» pueden generar un ambiente que desalienta la interacción social, promueve el aislamiento, aumenta la inseguridad y, en última instancia, altera negativamente la forma en que las personas viven y se relacionan. La visión del entorno físico urbano tiene un poder significativo para influir en la psicología y el comportamiento colectivo.
El principal argumento de los urbanistas es que mantener una estética consistente crea un entorno más armonioso y visualmente atractivo para toda la comunidad, lo que contribuye a un mayor sentido de pertenencia e identidad colectiva. De ahí la controversia sobre si la estética exterior de las viviendas debe prevalecer sobre la voluntad de su propietario y por ello es crucial no relajar el cumplimiento de la legislación. Porque un vecindario bien planificado y estéticamente coherente puede aumentar el valor general de las propiedades, beneficiando a todos los residentes, mientras que las alteraciones individuales descontroladas restan atractivo a la zona. Por ello debemos recordar que el exterior de un edificio es una fachada pública, visible para todos, por lo que debemos velar por mantener la estética, porque es una cuestión de bien público similar a las regulaciones de zonificación que controlan la altura o el uso de los edificios. Esto es aún más relevante en áreas con importancia histórica donde, a menudo son necesarias pautas estéticas estrictas para preservar la integridad arquitectónica y el carácter de los espacios más cercanos a los edificios patrimoniales protegidos.
En resumen, que las localidades a menudo cultivan un estilo arquitectónico para atraer el turismo y crear una identidad única y las desviaciones individuales socavan los esfuerzos de la comunidad. Esta imagen aérea que complementa el archivo de Sebastián Moreno, nos permite observar cómo en medio siglo se puede alterar la fisonomía de un pueblo, un tema que abordaremos en futuras entradas.

Nombre del nombre: TAF HELICÒPTERS, SA
Código de fuente: ANC1-564
Código de referencia: ANC1-564-N-9029
Título formal: Cabra del Santo Cristo
Descripción: Vistas panorámicas generales del municipio de Cabra del Santo Cristo, en la provincia de Jaén.
Cronología: [01/01/1953-31/12/1955]
Autoría:Trabajos Aéreos y Fotogramétricos




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